La alianza para toda la vida, que es el Sacramento del Matrimonio, abarca . . .
La bendición del matrimonio—amándose y santificándose a través del poder del Espíritu Santo;
los impedimentos que llevas al matrimonio—viviendo tus votos matrimoniales cada día, a pesar de las heridas, imperfecciones o defectos de tu cónyuge;
las dificultades del matrimonio—reconociendo que a pesar de tus circunstancias, son mejor para Dios estando juntos que estando solos;
el conflicto que viene con el matrimonio—empleando estrategias que finalmente beneficien tu relación, en lugar de tratar de ganar discusiones;
la intimidad sexual del matrimonio— encontrando maneras de promover el ser uno solo, dentro y fuera de la recámara; y
las alegrías y retos de ser padres—mostrando a tus hijos amor en formas valiosas.