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"Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús." (Mateo 17, 5-8)
Reflexiona:
"Padre Celestial, gracias por haberte revelado a través de tu hijo amado. Dame de tu amor y fortaleza para recorrer sin desanimo las dificultades del camino."
Amén