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Después de hacer algo mal o lastimar a quienes amamos, viene el remordimiento y nos sentimos mal por lo que hicimos. Pidamos la intervención del Espíritu Santo para que tengamos una conciencia tranquila y un corazón quebrantado y humillado.
Reflexiona
"Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado" (Salmo 50,3-4).