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Frecuentemente cuando nos equivocamos, no queremos sentir esa culpa por lo que hicimos y nos inclinamos a justificar o excusar nuestros actos. No dejemos que nuestras excusas encubran nuestros actos y nos aparten del verdadero camino a Dios.
Reflexiona
"Aarón respondió: «No se encienda la ira de mi señor. Tú mismo sabes que este pueblo es inclinado al mal. Me dijeron: 'Haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos qué le ha sucedido a Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto.' Yo les contesté: 'El que tenga oro despréndase.' Ellos se lo quitaron y me lo dieron; yo lo eché al fuego y salió este becerro»" (Éxodo 32,22-24).