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Estas sencillas palabras son el comienzo y el final del peregrinaje de nuestra Fe. Dios es amor y el amor de Dios es perfecto, apasionado e incondicional. No hay nada que podamos hacer que causara que Dios nos ame más y nada que podamos hacer para que nos ame menos. Somos capaces de experimentar la belleza y libertad del amor de Dios por medio del Espíritu Santo. El Espíritu de Dios nos revela el amor del Padre que nos cambia. Cuando experimentamos el amor de Dios llegamos a entender de una manera poderosa que en efecto somos "amados". El amor de Dios revela nuestra belleza y virtudes delante de Él.